viernes, 14 de junio de 2013

CLEI 5 LENGUA CASTELLANA

ALUMNOS DE CLEI 5º, PARA EL TRABAJO DE LENGUA CASTELLANA, VAN A ELABORAR UN MAPA MENTAL BASADO EN EL CUESTIONARIO.
Recuerden enviar estos trabajos al correo: profealexo1@hotmail.com

CLEI 5 FILOSOFÍA

CLEI 5º
FILOSOFÍA
La fe y la razón son dos formas de convicción que subsisten con más o menos grado de conflicto, o de compatibilidad. La fe generalmente es definida como cualquiera creencia que no esté basada en la evidencia o la razón, o como la creencia que no puede ser entendida. Mientras que razón es la creencia fundada en la lógica o la evidencia.

Hablando en términos generales, hay tres categorías de perspectivas respecto a la relación entre fe y razón. El racionalismo sostiene que la verdad debería ser determinada por la razón y el análisis de los hechos, más que en la fe, el dogma o la enseñanza religiosa. El fideísmo considera que la fe es necesaria, y que las creencias deben tener cabida sin la evidencia o la razón, aún si está en conflicto con ellas. La teología natural considera que fe y razón son compatibles, de manera que la evidencia y la razón finalmente llevan a la creencia en los objetos de fe.

El racionalismo, en cualquier caso, no se pronuncia con respecto a la existencia de Dios o a la validez o el valor de la religión, pero rechaza cualquiera creencia basada solamente en la fe. La fe, por el contrario, no descansa en pruebas lógicas o en la evidencia. Desde el punto de vista semántico, las definiciones de fe y racionalismo están en lógica oposición.

Las creencias sostenidas "por fe" pueden ser vistas sujetas a un número de relaciones con la razón:
La fe vista como subordinando a la razón: En esta perspectiva, todo el conocimiento humano y la razón son vistos como dependientes de la fe: fe en nuestros sentidos, fe en nuestros recuerdos, y fe en los recuentos de sucesos que recibimos de otros. En consecuencia, la fe es vista como esencial e inseparable de la razón. Esta justificación se aplica en gran parte a la filosofía histórica del racionalismo, y menos a las perspectivas racionalistas contemporáneas.

La fe vista como dirigiendo asuntos más allá del ámbito de la razón: En esta perspectiva, la fe es vista como cubriendo asuntos en los que la ciencia y la racionalidad son inherentemente incapaces de tratar, pero que, sin embargo, son enteramente reales. En consecuencia, la fe es vista como complementando la razón, al proveer respuestas a preguntas que de otro modo serían incontestables.

La fe vista como contradiciendo a la razón: En esta perspectiva, la fe es vista como esas opiniones que uno mantiene a pesar de que la evidencia y la razón digan lo contrario. Así pues, la fe es vista como perniciosa con respecto a la razón, como si impidiera la habilidad de pensar.
Fuente: filosofía escolástica

TALLER
RESPONDE LA SIGUIENTE PREGUNTA
Es un gran don creer en Dios y su existencia ¿pero no podemos negarnos a comprender solo a través de la razón?

martes, 11 de junio de 2013

CLEI 5 CIENCIAS ECO-POLÍTICAS



CLEI 5º
CIENCIAS ECONÓMICAS Y POLÍTICAS
 LA SOCIEDAD DE CONSUMO
La llamada sociedad de consumo, apareció como consecuencia de la producción en masa de bienes (activada por el taylorismo y el fordismo), que reveló que era más fácil fabricar los productos que venderlos, por lo que el esfuerzo empresarial se desplazó hacia su comercialización (publicidad, marketing, venta a plazos, etc.).

Este modelo fundado en los llamados “felices veinte” se estiró, con un prolongado periodo de depresión económica, hasta que, en torno a 1970, se inició la que algunos llaman, Tercera Revolución Industrial, la revolución de la microelectrónica, del automatismo y de la informática, hecha posible gracias a los nuevos medios de comunicación, los robots y los ordenadores.
Concretamente, fue partir de la Segunda Guerra Mundial, en la década de los 50, cuando la producción cobró una gran importancia, contribuyendo a aumentar las necesidades; entre otras causas, porque las exigencias del propio desarrollo capitalista condujeron a una situación en la que la demanda del consumidor debía ser a la vez estimulada y orientada, en un mercado en constante expansión y transformación específicas internas, como consecuencia del cambio estructural del primitivo capitalismo de producción en el que podemos llamar neocapitalismo de consumo.

En la sociedad postindustrial, el crecimiento económico se vincula, sobre todo, a la necesidad de conquistar nuevos mercados (lo que otorga especialísima importancia a la publicidad). Es una sociedad que necesita más consumidores que trabajadores, de donde deriva también la ascendente importancia de las industrias del ocio, que explotan el creciente tiempo libre de los ciudadanos. Desde esta óptica mercantil y despersonalizada, los sujetos tienden a dejar de ser vistos como individuos, para pasar a ser meras funciones sociales, tanto a efectos de su utilización como a efectos estadísticos, con finalidad política (electoral) o comercial (consumo).

Por otro lado, esta sociedad no se caracteriza sólo por el crecimiento rápido de los gastos individuales, sino, también, por el crecimiento de los gastos asumidos por terceros (sobre todo por la Administración) en beneficio de los particulares, de los que algunos aspiran a reducir la desigualdad en la distribución de los recursos. Sin embargo, este objetivo no se ha logrado conseguir, de tal forma que la fosa que separa a los ricos de los pobres, a los países desarrollados de los no desarrollados está aún muy lejos de malgastar.
Actualmente, destaca que los progresos de la abundancia tengan como contrapartida perjuicios cada vez más graves, los cuales son consecuencias del desarrollo industrial y del progreso técnico, por una parte, y de las mismas estructuras del consumo, por otra. Así aparece, tal y como señala Baudrillard (1974), la degradación del marco colectivo por las actividades económicas: ruido, contaminación del aire y del agua, destrucción de los parajes y trastorno de las zonas residenciales por la implantación de nuevas instalaciones (aeropuertos, autopistas, represas “caso hidroituango” etc.); por lo que podemos afirmar que los daños culturales, debidos a los efectos técnicos y culturales de la racionalización y de la producción en masa, son incalculables.

De otra parte, señalamos la gran vinculación existente entre la abundancia de las sociedades ricas y el derroche. Y es que, de algún modo, todas las sociedades derrochan, dilapidan, gastan y consumen siempre más allá de lo estrictamente necesario. (en nuestro entorno afortunadamente no es a gran escala)
Se perfila, pues, una definición del consumo como derroche productivo, entendido como toda producción y gasto más allá de la estricta sobrevivencia, donde lo sobrante precede a lo necesario, donde el gasto precede en valor a la acumulación y la apropiación.
Igualmente, en esta sociedad destaca la siguiente paradójica situación, ya que una parte cada vez mayor de la población activa trabaja en sectores cuyo desarrollo está ligado precisamente a la reducción general del tiempo de trabajo, como son las industrias y los servicios del ocio e industrias culturales. En cierta manera, dentro de la sociedad de consumo, el tiempo ocupa una especie de lugar privilegiado, es un tiempo que es consumido.

Por último, no quisiéramos olvidarnos del más hermoso de los objetos de consumo “el cuerpo”; en la actualidad, el culto al cuerpo ha pasado a ser una de las características más notorias de la sociedad, donde se busca la belleza y la perfección en el cumplimiento de unos cánones preestablecidos (por no se sabe quién); así, se impone la belleza como un derecho y un deber que todos debemos cumplir. Parece como si el cuerpo se convirtiera en la persona lo que el chasis en el automóvil, algo que su puesta a punto puede llegar a ser toda una penitencia. Ahora, parece ser que lo importante no es gustarse a uno mismo, sino gustar a los demás, y para ello tenemos que seguir la belleza imperativa establecida por la moda.

"La publicidad nos hace desear carros y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco lo entendemos y eso hace que estemos, muy, muy enfadados."
Fuente: social demencia, Sociedad Objetiva de Libre Pensadores.

TALLER
“Recuerda tu espíritu investigativo”
1-   Lee el texto, realiza un ensayo basado en las siguientes preguntas:
¿Consideras que ésta es una sociedad que necesita más consumidores que trabajadores?
¿En qué inviertes tu dinero, una vez has cumplido con tus gastos necesarios?