LA REBELIÓN DE LAS MASAS
“Cuando se habla de nuestra
vida, suele olvidarse esto, que me parece esencialísimo: nuestra vida es en
todo instante, y antes que nada, conciencia de lo que nos es posible. Si en
cada momento no tuviéramos delante más que una sola posibilidad, carecería de
sentido llamarla así. Sería más bien pura necesidad. Pero ahí está: este
extrañísimo hecho de nuestra vida posee la condición radical de que siempre
encuentra ante sí varias salidas, que por ser varias adquieren el carácter de
posibilidades entre las que hemos de decidir. (En nota: En el peor caso, y
cuando el mundo pareciera reducido a una única salida, siempre habría dos: ésa
y salirse del mundo. Pero la salida del mundo forma parte de éste, como de una
habitación la puerta.) Tanto vale decir que vivimos como decir que nos
encontramos en un ambiente de posibilidades determinadas. A este ámbito suele
llamarse “las circunstancias”. Toda vida es hallarse dentro de la
“circunstancia” o mundo. Porque este es el sentido originario de la idea
“mundo”. Mundo es el repertorio de nuestras posibilidades vitales. No es, pues,
algo aparte y ajeno a nuestra vida, sino que es su auténtica periferia.
Representa lo que podemos ser; por lo tanto, nuestra potencialidad vital. Esta
tiene que concretarse para realizarse, o, dicho de otra manera, llegamos a ser
sólo una parte mínima de lo que podemos ser. De ahí que nos parezca el mundo
una cosa tan enorme, y nosotros, dentro de él, una cosa tan menuda. El mundo o
nuestra vida posible es siempre más que nuestro destino o vida efectiva.”
El hombre masa se caracteriza
por su narcisismo, que le impide ver más allá de sus propias narices, creyendo
que todo el mundo es como él, piensa y siente como él, y que el mundo es como
él cree que es.
Y después de mostrar desde
ahí, desde esa doctrina, el cambio reciente, concluye introduciendo un tema que
parece de hoy, pero que está ya en 1930: “No quiero decir con lo dicho que la
vida humana sea hoy mejor que en otros tiempos. No he hablado de la cualidad de
la vida presente, sino sólo de su crecimiento, de su avance cuantitativo o
potencial.
“Es, pues, falso decir que en
la vida ‘deciden las circunstancias’. Al contrario: las circunstancias son el
dilema, siempre nuevo, ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide
es nuestro carácter”.
“Todo esto vale también para
la vida colectiva. También en ella hay, primero, un horizonte de posibilidades,
y luego, una resolución que elige y decide el modo efectivo de la existencia
colectiva. Esta resolución emana del carácter que la sociedad tenga, o, lo que
es lo mismo, del tipo de hombre dominante en ella”.
“Por lo pronto somos aquello
que nuestro mundo nos invita a ser, y las facciones fundamentales de nuestra
alma son impresas en ella por el perfil del contorno como por un molde. Naturalmente,
vivir no es más que tratar con el mundo.
Ser, sentirse un pueblo de
hombres consiste en esencia "poder hoy seguir en su ayer sin dejar
por eso de vivir para el futuro, poder existir en el verdadero presente, ya que
el presente es solo la presencia del pasado y del porvenir, el lugar donde
pretérito y futuro efectivamente existen".
De tan sublime sentencia
podemos definir con apresurado apotegma que, el presente es el espacio temporal
donde pasado y futuro confluyen, y por lo tanto, es la continuidad del pasado
la que contribuye al progreso de la humanidad gracias a su dinamismo histórico.
Por consiguiente, cualquier revolución que rompa con el pasado traerá consigo
una etapa crítica o período de crisis en la evolución de la humanidad.
Pero no sólo hemos de ceñirnos
a esta acepción o trinidad temporal para una mayor comprensión del sentimiento
como pueblo, sino que además hemos de ampliarla con trebejos filantrópicos como
el de "pluralidad" o balanza de poderes que permite el equilibrio entre
sus componentes, ya que sin ella, sin el mestizaje que proporciona -ya sea de
opiniones, ideas, razas etc.-, nos encontraríamos en un estadio de involución.
La aglomeración es el hecho de
una muchedumbre que implica la coincidencia de deseos, de ideas, de modo de ser
en los individuos que la integran, y su antítesis son las minorías selectas,
caracterizadas por estar formadas con hombres que se exigen más que los demás.
Ortega disecciona a la
humanidad en dos clases de criaturas: las que se exigen mucho y acumulan sobre
sí mismas dificultades y deberes, y las que no se exigen nada especial sino
todo lo contrario, reclaman multitud de derechos y omiten sus obligaciones,
para de esta modo, sin esfuerzo de perfección sobre sí mismas, convertirse en
boyas que van a la deriva.
La subida del nivel histórico:
con el transcurrir de los años, y sobre todo a partir de finales del siglo XIX,
la masa se ha ido institucionalizando, trayendo consigo que su innata barbarie
arrolle con todo lo diferente, egregio, individual, cualificado y selecto.
En este apartado el autor nos
muestra como el nivel histórico de la masa se ha ido enalteciendo, elevando,
subiendo, en gran medida debido a la "crisis" o desidia del
pensamiento del XIX, es decir, la soberanía del individuo no cualificado, del
individuo humano genérico, ha pasado, de idea o de ideal jurídico que era, a
ser un estado psicológico constitutivo del hombre medio.
La altura de los tiempos en la
vertiginosa subida del nivel histórico hace creer al hombre medio haber llegado
al término de un viaje, alcanzar un tiempo en que se cumple un afán antiguo y
plenifica una esperanza. Es, como muy bien define Ortega, la "plenitud de
los tiempos", un tiempo en el que la masa cree haber satisfecho su deseo,
su ideal, sumiéndola en una grimosa melancolía, en una profunda apatía.
Aparece así un sentimiento de
decadencia, porque si ya no se puede aspirar más alto, o bien nos mantenemos
entramos en un período de involución, o bien decaemos.
Como podemos observar, el
haber alcanzado este nirvana espiritual y vital con tanta prontitud responde
indefectiblemente a una exacerbada prepotencia del hombre medio, manifestándola
descaradamente en su osadía para autodenominarse "moderno", lo que
declara agudamente esa sensación de "altura de los tiempos".
Todo esto ha provocado que
este tiempo de plenitud se sienta más que los demás tiempos y a la vez inferior
así mismo, que se pierda toda atención hacia el pasado y por lo tanto que se
olvide cualquier intento de superación, impidiendo así la evolución, el
dinamismo histórico, y oscureciendo el nacimiento de una nueva alborada de la
humanidad.
El crecimiento de la vida, a
medida que ha ido creciendo el mundo, entiéndase el crecimiento de la población
mundial, la vida ha ido aumentando en su interior.
El crecimiento sustantivo del
mundo, continente de la vida humana, no consiste en sus mayores dimensiones,
sino en que incluya más cosas.
Qué aburrido sería tener
delante más que una única posibilidad, aunque en tal caso cabría mejor hablar
de pura necesidad. Afortunadamente nos encontramos en un ambiente de
posibilidades que, según las ambiciones, los deseos o aspiraciones de cada
individuo, podrán ser determinadas o no. Ese ámbito acotado o no, dependiendo
de la libertad de espíritu individual, o sea, del potencial del intelecto que
cada individuo posea, es lo que Ortega llama "circunstancias".
Concepto este último nada
novedoso, ya que por todos es sabido que la vida del ser humano está
condicionada a su circunstancia. Ahora bien, cabría preguntarse si este marco
circunstancial es alterable o no. Por otra parte, cuando Ortega habla de
minorías, del individuo selecto, no habla del petulante que se cree superior a
los demás, sino de aquel que se exige más que los demás, aunque no logre
cumplir en su persona esas exigencias superiores.
Dice Ortega que la
función natural de la minoría es guiar a la masa y la función natural de la
masa es acatar los rumbos de la minoría. De igual forma hay que entender que la
minoría no es tampoco una clase o grupo social, sino una función , de modo que
a la misma se pertenece transitoriamente mientras se tienen aptitudes y
actitudes mejores para desarrollar una cierta tarea. Esto es algo tan simple
como que si pensamos en un aula lo natural es que el profesor enseñe a los
alumnos y no los alumnos al profesor. Pues bien, lo que nos advierte alarmado
Ortega es que los alumnos se han rebelado y pretenden ser ellos quienes
conduzcan al profesor.
Un dato estadístico es que la
vida que hoy conocemos está llena de posibilidades, es magnífica, exuberante,
superior a todas las históricamente conocidas. Es más vida que todas las vidas,
y lógicamente más problemática debido a su mayor complejidad.
Para el autor dos son los
elementos esenciales que componen la vida: la circunstancia y la decisión. La
circunstancia constituye lo que llamamos el mundo. La vida no elige su mundo,
sino que vivir es encontrarse en un mundo determinado, pero la vida no nos
ofrece una única trayectoria sino que nos impone varias y, consecuentemente,
nos fuerza a decidir, a elegir cuál es la que más nos conviene. He aquí el
segundo componente de la vida: la decisión.
Comienza la disección del
hombre-masa se caracteriza por que es rebelde por naturaleza, pero su rebelión
no pretende ser una sublevación contra el orden preexistente, sino la implantación
de un nuevo orden que tergiverse el tradicional mediante la libre expansión de
sus deseos vitales y la radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la
facilidad de su existencia.
Vida noble y vida vulgar, o
esfuerzo e inercia, dos modos de vida o dos concepciones del proceso vital
radicalmente opuestos.
Es preciso no confundir la
vida noble con la nobleza de sangre, ya que ésta es una calidad gratuita, a la
vez que estática y pasiva, propia de la vida vulgar, poco esforzada e inerte.
Por qué las masas intervienen
en todo y por qué sólo intervienen violentamente; el hombre-masa se siente
omnipotente, perfecto. Es un ser de alma obliterada, vanidoso y de mente hueca
de ideas. Pues bien, es precisamente este erial ideológico el que le empuja a imponer
la barbarie sobre las normas. Tener una idea es poner en jaque a la verdad, es
creer que se poseen las razones de ella, y es, por tanto, creer que existe una
razón. Sin embargo, el hermetismo de su alma lanza a la masa a una violenta
"acción directa".
Primitivismo y técnica es la
más clara manifestación de la aplicación de la "acción directa" sobre
la convivencia de una determinada comunidad humana, desembocando en un estadio
de involución y de retraso histórico que provocaría la parálisis del desarrollo
de la humanidad.
Por otro lado, fruto del
dinamismo histórico es la técnica. Reflejo del triunfo de la civilización sobre
la barbarie, de la razón sobre la fuerza. Es en definitiva, producto de una
civilización que se hace cada vez más compleja.
Primitivismo e historia como
podemos deducir de tan acertado apotegma, y por tanto historia y primitivismo
están íntimamente relacionados. No podemos comprender la historia sin su
primitivismo, ya que ésta es su razón, y si nos olvidamos de ella, volverá a
reclamarla y, de paso, a imponer la que no tiene.
Por otro lado, jamás
entenderíamos el primitivismo sin la historia, al ser la única técnica de
análisis retrospectivo capaz de teletransportarnos del presente a los tiempos
pretéritos, es decir, existe primitivismo entiéndase por este término como algo
anterior, provecto, lo primero- porque la historia nos lo explica, nos lo
enseña, nos lo descubre, si no, la humanidad tendría que redescubrirlo por
retroceso de su modus operandis, volviendo así a un estadio de incivilización,
de barbarie y de retraso tecnológico.
La época del "señorito
satisfecho" es el nombre con que Ortega y Gasset designa al hombre-masa
por excelencia.
Éste es un ser propenso a
hacer de las actividades lúdicas la ocupación central de su vida; antepone el
cultivo de su cuerpo al de su intelecto; en definitiva, prefiere la vida bajo
la autoridad absoluta a un régimen de discusión.
Como principal representante
de tan peculiar y cuasi-esperpéntica figura se erige el aristócrata
hereditario, ya visto en apartados anteriores con el nombre de "noble de
sangre" o "nobleza de sangre hereditaria". La vida de estos
individuos es una vida atrofiada al estar condenados a representar la vida de
sus próceres, y por tanto, a no ser ni su antecesor ni él mismo, de tal forma,
que su persona se va envagueciendo por falta de uso y esfuerzo vital (ejemplos
los tenemos a patadas en todas las familias reales de Europa, Arabia etc).
El "señorito
satisfecho" es un hombre que ha venido a la vida para hacer lo que le dé
la gana, para darle gusto con orgásmicos placeres inmanentes a su tunante
cuerpo. Es tan ingenuo que juega a la tragedia porque cree que no es verosímil
la tragedia efectiva en el mundo civilizado.
Resumiendo, actúa como un niño
mimado, caprichoso, porque así lo consiente la civilización, capaz de imponer
sus burdas y pueriles opiniones a cualquier precio.
Para progresar, la ciencia
necesitaba que los hombres de ciencia se especializasen, es decir, en vez de
especializarse ella misma se especializaban dichos hombres, convirtiéndose así
en prototipos de hombre-masa.
Sin duda alguna, esto me hace
pensar en que quizás la técnica contemporánea esté viciada desde su nacimiento,
al ser fruto de la copulación entre el capitalismo y la ciencia experimental, y
por lo tanto no sea pura, ya que la atribución al capitalismo, elemento exógeno
del rigor científico, de la paternidad de la técnica actual puede conducirnos
hacia la mecanización de la civilización, comenzando así una nueva era de
autómata barbarie (esto se lo dedico al Aviador Dr. y sus especialistas -es un
grupo de música Techno-).
El mayor peligro, el Estado es
el artificio de una sociedad organizada para vivir mejor. Aunque, si ésta no es
una sociedad fuerte y madura, en cualquier descuido, llámese "golpe de
Estado" por ejemplo, el Estado puede llegar a sobreponerse
dictatorialmente, y la sociedad tiene que empezar a vivir para él, como
actualmente está ocurriendo a pequeña escala en las distintas Comunidades
Autónomas, ahora llamadas, naciones, realidades nacionales y otras lindezas
esputadas por los neopensadores social-nacionalistas.
TALLER
1- Leer y analizar
2- Consultar los siguientes palabras:
-
Nirvana
-
Filantropía
-
Involución
-
Diseccionar
-
Exacerbar
-
Acotar
-
Narcisismo
-
Erial
-
Apotegma
-
Verosímil
3- Según el texto, responder las
siguientes preguntas:
a-
Nombre del tema y autor.
b-
¿Cuál es la esencia de un pueblo?
c-
¿Cuál es el hecho de las aglomeraciones?
d-
¿Para el autor dos son los elementos esenciales que componen la vida?
e-
¿Por qué se caracteriza la disección del hombre-masa?
f-
¿Por qué las masas intervienen en todo y por qué sólo intervienen
violentamente?
g-
¿Cómo define Ortega El señorito satisfecho?