El conceptismo es una corriente de la literatura
española del Barroco que se basa en la asociación ingeniosa entre
palabras e ideas. Su máximo teórico contemporáneo, Baltasar Gracián, en
la Agudeza y arte de ingenio, define el “concepto” como Un acto del
entendimiento que expresa la correspondencia que se halla entre los
objetos
El conceptismo se caracteriza por la concisión de la
expresión y la intensidad semántica de las palabras, que se cargan de
significados, adoptando varios sentidos. De este modo se crea
frecuentemente el lenguaje polisémico. El conceptismo opera con los
significados de las palabras y con las relaciones ingeniosas entre
ellas. Por todo lo dicho, los recursos formales más usuales son la
elipsis, el zeugma, la anfibología y polisemia, antítesis, equívoco,
paradoja o la paronomasia. El estilo conceptista se hace lacónico y
sentencioso.
Al igual que el culteranismo o gongorismo, el
conceptismo, en la línea de toda la estética manierista y barroca,
propone como valor estético la dificultad del lenguaje literario, que
busca singularizarse y refinarse cortesanamente, frente a la llaneza de
la lengua del Renacimiento, sentida como vulgarizante; así lo señala
Gracián con las siguientes palabras:
“La verdad, cuanto más dificultosa, es más agradable, y el conocimiento que cuesta es más estimado”.
Para dificultar el mensaje el conceptismo opta
por concentrar el máximo pensamiento en el mínimo de forma y escoge
prioritariamente la prosa, al contrario que el Culteranismo, estética
conceptista que sigue el procedimiento opuesto de amplificar un mínimo
de pensamiento en un máximo de forma laberíntica que impresione y
confunda los sentidos, y que se ejerce principalmente sobre el verso.
Por
tanto, es el resultado de la evolución hacia un arte intelectual
propugnado por el Manierismo, y una consecuencia del agotamiento de los
modelos clásicos de prosa y verso establecidos por el Renacimiento.
También influye la instauración de nuevos cánones estéticos prescritos
por la Contrarreforma en el Concilio de Trento, que intentaba distanciar
y alejar el acceso a la cultura por parte del pueblo, al mismo tiempo
que impresionarlo con apariencias espectaculares, patéticas y
sentimentales poco intelectuales.
El Conceptismo se funda en la
agudeza, o refinamiento cortesano y aristocrático del ingenio; esta se
expresa en forma concreta mediante conceptos, que se define así:
Comparación
primorosa de dos ideas que mutuamente se esclarecen, y en general, todo
pensamiento agudo enunciado de una manera rápida y picante.
Esta
rapidez es puramente cortesana; en la Corte importa no perder ni hacer
perder el tiempo: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno" y "más valen
quintaesencias que laberintos", en máximas extraídas de Gracián. La
concisión, la elipsis y el zeugma son las piedras angulares de su
retórica. Más accesorios son los claroscuros tenebristas de la
antítesis, la paradoja y el contraste. Cuando la función del concepto es
puramente ancilar y se subordina a una intención mayor, casi siempre
relacionada con el desengaño moral barroco, tiene lugar el enigma, que
es la arquitectura que se levanta con los ladrillos de los conceptos,
casi siempre es de naturaleza alegórica, y exige un desciframiento por
parte del avispado hombre de ingenio que debe subir a esas alturas para
gozar de la expresión con el descifrado de un estilo de gran
complejidad; típicos géneros conceptistas son en este sentido el emblema
y el auto sacramental.
Bien entendido, el conceptismo posee dos ramas fundamentales, el Culteranismo, que dificulta
la comprensión mediante la dispersión de un mínimo de significado en
laberínticos y largos periodos que constituyen un enigma cultural e
intelectual, y el Conceptismo propiamente dicho, que consiste
en la concentración de significado en un mínimo de forma sonora
significante por medio del abuso de los recursos de la elipsis.
Igualmente, en el conceptismo propiamente dicho se recurre a juegos de
palabras para acumular en las palabras significados que realmente no
poseen, por medio de frecuentes anfibologías o dobles y aun triples
sentidos.
El conceptismo, pues, abusa de la Retórica creando un
lenguaje sumamente figurado y críptico. Lo hace a todos los niveles,
tanto en el lenguaje germanesco y vulgar como en el más alquitarado y
sublime de la lírica amorosa o la oratoria política y religiosa. Esta
rama del conceptismo, sin embargo, halla tasa en la precisión del
lenguaje: aunque el desciframiento del texto sea dificultoso, no se dice
nada que no sea oportuno a la función de lo que se pretende decir, y no
es la dificultad la que se persigue en sí misma, sino la precisión de
los múltiples significados al propósito de la obra.
Adolfo Bonilla y San Martín afirmó que el conceptismo llegó a confluir al fin con el Culteranismo y que:
No
disloca ni renueva el léxico ni la sintaxis, como el culteranismo, pero
sí las ideas; aunque algo anterior al gongorismo, se desarrolla
coetáneamente con él y con él acaba por identificarse.
Vida
del estilo, espíritu del decir, y tanto tienen de perfección cuanto de
sutileza. Hace de procurar que las proposiciones hermoseen el estilo,
los misterios le hagan preñado; las alusiones, disimulado; los empeños,
picante; las ironías le den sal; las crisis, hiel; las paronomasias,
donaire; las sentencias, gravedad; las semejanzas lo fecunden y las
paridades lo realcen; pero todo esto con un grano de acierto: que todo
lo sazona la cordura.
Esto es, el conceptismo no es jugar
con el lenguaje por sólo jugar: todo está subordinado a la precisión y
exactitud de lo que se pretende expresar. Ramón Menéndez Pidal comenta
los afanes del conceptismo: Lo que principalmente buscaba el conceptista
al escribir era nacer gala de agudeza y de ingenio; por eso muestra
gusto especial por las metáforas forzadas, asociaciones anormales de
ideas, transiciones bruscas, y gusto por los contrastes violentos en que
se funda todo humorismo, que humoristas son los grandes escritores de
este siglo, Quevedo y Gracián.
En estos autores geniales el
conceptismo aparece lleno de profundidad, la frase encierra más ideas
que palabras (al revés del culteranismo, que prodiga más las palabras
que las ideas); pero en los autores de orden inferior de este siglo la
agudeza suele estribar únicamente en lo rebuscado del pensamiento, en
equívocos triviales y en estrambóticas comparaciones. El siglo XVI fue
el del esplendor de la prosa castellana, el XVII es ya de decadencia; y
uno de los síntomas de ésta es precisamente el buscar como principal
sazón de la obra literaria el artificio y la agudeza.
Antonio
Machado se mostró muy crítico con la vaciedad sustancial del
conceptismo: "Culteranismo y conceptismo son, pues, dos expresiones de
una mismo agujero", si bien salva de esa estética las virtudes de
nuestros autores clásicos Góngora, Quevedo, Calderón y Gracián.
El
estilo del conceptismo se funda a fin de cuentas en usar la armadura
retórica para condensar significado. Al respecto un pensamiento quien
observó que el recurso fundamental de esta estética era el zeugma: un
vocablo de no denotada importancia en la primera parte y que denota un
concepto accesorio, en la segunda es convertido repentinamente en sujeto
u objeto sin llamar la atención sobre él repitiendo la palabra. Por
ejemplo: "Es el engaño muy superficial, topan luego con él los que lo
son" (Gracián). Se alude a la palabra marcada con un pronombre. La
elipsis de significado es un procedimiento esencial también para esta
retórica del zeugma.
Siguieron el conceptismo estrictos en
sus escritores castellanos como Francisco de Quevedo, que adoptó esta
estética en su traducción del Rómulo de Malvezzi y cuya obra cumbre en
ella es el Marco Bruto, o Luis Vélez de Guevara en su Diablo cojuelo,
entre otros que utilizaron menos intensamente esta estética, como el
Conde de Villa mediana en sus versos cortos o el Conde de Salinas.
Glosario
Polisémico:
La polisemia (de "poli"-, muchos, y el griego sigma, significado), en
lingüística se presenta cuando una misma palabra o signo lingüístico
tiene varias acepciones.
Prosa: es una forma que
toma naturalmente el lenguaje para expresar los conceptos, y no está
sujeta, como el verso, a medida y cadencia determinadas
Manierista:
es subjetivo, inestable. Los artistas se dejan llevar por sus gustos,
alejándose de lo creíble, tendiendo a la irrealidad y a la abstracción.
Elipsis:
se refiere a ciertas construcciones sintácticas en las que no aparece
alguna palabra que se refiera a una entidad lógica necesaria para el
sentido de la frase.
Zeugma: Frase en la que una palabra ya expresada se sobreentiende
Antítesis: describe en general una contra-afirmación (negación) a una proposición (tesis).
Anfibologías: es el empleo de frases o palabras con más de una interpretación.
Paronomasias: es
un recurso fónico que consiste en emplear parónimos (palabras que
tienen sonidos semejantes pero significados diferentes). Fue muy
utilizado por los conceptistas en sus burlas o sátiras.
EL CULTERANISMO
El
culteranismo es una estética del Barroco español dentro de la más
general del conceptismo, con el cual comparte la intención de enrarecer y
aquilatar la expresión separándola del equilibrio y claridad clásicos,
pero con el procedimiento opuesto de dilatar el significado en un máximo
de expresión estética no para aclarar el mensaje mediante el
procedimiento de la paráfrasis, sino para impresionar y confundir con lo
laberíntico, sensorial y disperso de la expresión y de aplicarse
fundamentalmente al género lírico y al verso en vez de a la prosa.
El
estilo culterano es una amplificación no parafrástica, porque no
pretende explicar, sino deleitar con el ejercicio intelectual del
enigma. Se conoce a esta estética también como Gongorismo a causa de su
mayor exponente español, el poeta cordobés Luis de Góngora, que contribuyó a formarla y le dio su forma definitiva.
Los
escritores barrocos que recargan su estilo para conseguir mayor belleza
o significación, siguen dos movimientos diferentes: culteranismo y
conceptismo.
El culteranismo, es una tendencia literaria del siglo XVII
denominada también cultismo, que consiste en no expresar con
naturalidad y sencillez los conceptos, sino amaneradamente, por medio de
voces peregrinas, giros rebuscados y violentos y estilo obscuro y
afectado.
El estilo literario llamado culteranismo, llamado también cultismo y gongorismo, proviene de la palabra culto,
y supone el final de la poesía renacentista española, instaurada por
Garcilaso de la Vega. Este término fue en su origen un término
despectivo, utilizado por sus enemigos de su más insigne representante
el cordobés Luis de Góngora y Argote; razón por la cual tuvo su
expansión (el culteranismo) en la poesía y en la cátedra sagrada.
El
culteranismo, aspiraba a crear una lengua poética de carácter
eminentemente aristocrático y en un todo distinto a lo popular. Para
lograrlo, transplantaron al idioma castellano multitud de vocablos
latinos.
Los culteranos buscaban, más que nada, la delectación de
una minoría culta mediante el recurso de metáforas, giros e hipérboles,
con modificación de las estructuras fraseológicas, en busca del máximo
preciosismo.
El culteranismo es nombre de la corriente literaria
puesta de moda en Europa a fines del siglo XVI y principios del XVII. El
vocablo parece debido a Jiménez Patón, quien bautizó con el nombre de
culteranos a los adictos a este estilo culto, conscientemente obscuro y a
veces enigmático, por el gran uso de latinismos, metáforas y alegorías.
La
aparición del culteranismo en España debe buscarse en la corriente
lírica que, arrancando desde Garcilaso, pasa por el gran colorista
Herrera y, a través de una serie de poetas antequeranos y granadinos,
alcanza su cumbre literaria en la figura del escritor cordobés. El
culteranismo, muy discutido siempre y enconadamente detractado a veces,
influyó sin embargo en la mayoría de escritores del siglo, y figuras de
la talla de Cervantes, Lope de Vega, e incluso Quevedo su mayor enemigo,
cayeron, sin pretenderlo dentro de esta corriente artística.
Después
de Góngora, el culteranismo fue continuado por un grupo de seguidores
entre los que cabe destacar a algunos de verdadero mérito literario,
aunque desgraciadamente poco conocidos, por la fobia anticulterana que
ha presidido nuestra crítica hasta época muy reciente.
Este estilo literario, fue muy criticado por el conceptismo,
escuela que se le oponía; cuyo mayor representante es Francisco de
Quevedo, enemigo de Góngora. El lema de los culteranistas pareció ser: “para qué expresar las ideas con pocas palabras, cuando pueden expresarse con muchas y muy rebuscadas”.
Características:
Los escritores culteranos dan importancia:
- preferentemente a la forma.
- Profusión de metáforas y cultismos.
- Abusan de los hipérbaton.
- Se utiliza sólo el verso.
- Giros rebuscados.
- Hipérboles.
- Modificación de las estructuras fraseológicas.
- Se desarrolló en la lírica, nutriéndose en la gramática y la erudición antigua.
- Se utiliza la mitología.
- Frases retorcidas o elípticas
- Empleo de neologismos latinos
- Uso de conceptos ingeniosos
- Desacordes verbales
El Uso Del Cultismo Y Los Temas Mitológicos
El
uso del cultismo -neologismos e hipérbatos- le sirve de paso a Góngora
para obtener los más bellos efectos de sonoridad y color. Los temas
mitológicos son profusamente utilizados como simples elementos
decorativos, en gracia a su belleza poética y su ennoblecedor prestigio,
y suponen también una huida de la prosaica realidad cotidiana, dado el
valor metafórico que se les confiere: Orfeo será la música, Cupido el
amor, Neptuno el mar…
Con estos tres recursos capitales: metáfora,
cultismo, mitología; Góngora consigue crea un maravilloso universo
poético en el que todo es “un constante halago a los sentidos”; para él,
la belleza es ante todo belleza sensorial, de ahí que sus versos
equivalgan a un esplendido cortejo de rutilantes imágenes enriquecidas
por brillantes colores y armoniosas sensaciones musicales.
LOS GRANDES POEMAS
El Polifemo y Galatea
La
Fábula de Polifemo y Galatea (1612), escrita en octavas, se basa en un
tema de Ovidio: el gigante Polifemo, enfurecido de los celos por los
amores del pastor Acis y la ninfa Galatea, arroja un peñasco sobre su
rival, que queda convertido en riachuelo. Perfecto de construcción,
cuajado de lujosas imágenes, exquisito y pomposo al mismo tiempo,
insuperable en la expresión de lo terrible --- la furia del cíclope --- o
de lo delicado--- la belleza de Galatea---, el “Polifemo” es quizás el
poema más plenamente logrado de toda la lírica barroca.
VALOR Y LIMITACION DE LA POESIA GONGORINA
Góngora
es uno de nuestros más excelsos artífices literarios. La gentileza, la
soltura, la gracia poética de sus composiciones en metros populares; la
dignidad y perfecta construcción de los sonetos y el prodigioso derroche
metafórico de los grandes poemas, le sitúan a una altura no alcanzada
por ningún otro poeta de su tiempo.
Pero su arte es limitado;
magnífico de color y de sonoridad, elegantemente suntuoso, realmente
egregio en la expresión de la belleza plástica asombra pero no conmueve,
porque falto de intimidad y de calor humano nos produce la sensación de
algo frío e inerte.
El siglo XVIII, desde la introducción del
neoclasicismo, fue adverso a la poesía de Góngora, cuya obra no se vio
rehabilitada hasta que, a fines del siglo XIX, Verlaine y los
modernistas españoles --- con Rubén Darío a la cabeza --- se declararon
partidarios suyos, atraídos por su aristocrático concepto de la poesía y
quizá por su misma oscuridad. Hoy, gracias sobre todo a los estudios de
Dámaso Alonso y a la general revalorización del estilo barroco, nadie
discute ya su mérito y se le considera como una de las más altas cumbres
de la poesía castellana.
Glosario
Despectivo:
el medio del cual se forma una palabra derivada con significado
negativo, irónico o de desprecio para designar que algo o alguien es
malo, feo, sin forma o gracia, de mal gusto, etc.
Hipérbole: consiste en exagerar, aumentando o disminuyendo la verdad de lo hablado, de tal forma que el que reciba el mensaje.
Alegorías:
hablar figuradamente, es una figura literaria o tema artístico que
pretende representar una idea valiéndose de formas humanas, animales o
de objetos cotidianos.
Lírica: es un género
literario en el que el autor quiere transmitir sentimientos, emociones o
sensaciones respecto a una persona u objeto.
Hipérbaton: Denominamos hipérbaton a la alteración del orden común de las palabras en una frase.
Endecasílabos: es un verso de once sílabas de origen italiano que se adoptó en la lírica española.
Neologismos:
es una palabra nueva que aparece en una lengua, ya sea procedente de
otra lengua o de nueva creación. La creación de neologismos se produce
por modas y necesidades de nuevas denominaciones.
Sonetos: es una forma poética compuesta por catorce versos de once sílabas. Los versos se organizan de cuatro estrofas.
Panegírico: es un discurso que se pronuncia en loor o alabanza de alguien.